miércoles, 6 de abril de 2011

que super Versión estenográfica del Panel 6 “Educación y valores para la Convivencia Pacífica”, durante el Encuentro Educación y Valores para la Convivencia del Siglo XXI, llevado a cabo en el Auditorio Nacional, en esta ciudad.

Mas noticias en http://noti.mx ...ese we ke onda Presentadora: Y continuamos con el sexto panel de análisis, con el tema "Educación y Valores para la Convivencia Pacífica", integrado por: Álvaro Uribe, Presidente de la República de Colombia de 2002 a 2010; es doctor en Derecho y Ciencias Políticas, especialista en generación y negociación de conflictos por la Escuela de Extensión de la Universidad de Harvard.

Bienvenido.

Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz 1992 y Premio Educación para la Paz 1990, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO; Fundadora de la Iniciativa Indígena por la Paz, instancia internacional e independiente que busca contribuir a la contribución de los derechos de los pueblos indígenas en el mundo; miembro honoraria del Comité de Unidad Campesina y Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO.

Bienvenida.

Manuel Antonio Garretón, sociólogo y politólogo chileno. Ha desarrollado investigaciones sobre Sociología Política, procesos de democratización, transiciones, la relación Estado y sociedad, regímenes autoritarios, universidad y educación superior.

Bienvenido.

Philippe Perrenoud, creador del Laboratorio de Investigación Innovation, Formation, Education, y autor de libros como: "Construir competencias desde la escuela", "diez nuevas competencias para enseñar", "desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar", entre otros.

Bienvenido.

Moderador de este panel: Héctor Aguilar Camín. Bienvenido.

Acompaña a las personalidades de este panel, la licenciada Margarita Zavala, Presidenta del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia.

Bienvenida.

Tiene la palabra el moderador de este panel, Héctor Aguilar Camín.

Héctor Aguilar Camín: Bueno, pues muchas gracias por estar aquí. Vamos a tocar un tema de particular pertinencia para el momento que vive México, para el momento que vive la juventud mexicana, pero también para el momento que vive la América Latina, que es una de las regiones del mundo en donde se ha impuesto la democracia, pero es una de las regiones del mundo más violentas y con mayor cantidad de homicidios del mundo.

Por tanto, el tema de la educación para la convivencia pacífica no se refiere solo al tema de la convivencia pacífica política, sino también al tema de la convivencia pacífica social, familiar, comunitaria.

Y este es el tema con el que vamos a empezar esta sesión: "Educación y Valores para la Convivencia Pacífica".

¿Cómo? A través de la educación; junto con la educación, sembrar los valores pertinentes, conducentes a una convivencia pacífica de mayor calidad entre los ciudadanos, entre los distintos sectores de una sociedad, entre las familias, entre las comunidades.

Vamos a hacer una primera ronda de intervenciones, vamos a empezar con Manuel Antonio Garretón, un intelectual, académico de gran dimensión chileno, y le vamos a da la palabra a ver qué se les ocurre decirnos a propósito de este tema.

Manuel Antonio Garretón: Muchas gracias, Héctor. Antes que nada, muchas gracias a la Secretaría de Educación Pública por la invitación a este magnífico evento de celebración de su existencia, pero al mismo tiempo de poner en cuestión, en el debate, sobre todo con agentes educativos, como los maestros y maestras aquí presentes, temas cruciales, centrales para no sólo la educación, sino para la sociedad.

Mi punto de partida es una cierta reserva respecto de el modo como tratamos el tema de los valores, porque lo cierto es que los valores no existen en una especie de noósfera o de atmósfera separado de una sociedad, de una estructura social.

Se le puede inculcar o tratar de transmitir valores que tienen que ver con la convencía pacífica a niños y niñas que viven una realidad, por ejemplo, de violencia familiar.

En ese sentido, podrán tener un buen discurso, pero no van a poder resolver el problema de esa contradicción fundamental entre el discurso que aprenden y la realidad que viven.

Esta realidad que viven nos obliga a pensar o que se viven, nos obliga a pensar en qué entendemos cuando hablamos de valores para una convivencia pacífica. ¿Qué es lo que es una sociedad pacífica?

Y obviamente, la primera cuestión que viene a la cabeza, pues una sociedad se lo pone a el conflicto de una sociedad armoniosa.

Ahora, yo me atrevo a pensar que no hay sociedades pacíficas, salvo que tengamos, como se dijo, en una época, en la época de la dictadura chilena, salvo que tengamos la paz de los cementerios.

No hay sociedades pacíficas que no sean sociedades muy conflictivas.

La verdadera paz no se opone al conflicto, porque conflicto es una de las maneras de convivencias ineliminables, yo diría más, desde una cierta visión de las cosas positivas.

La ausencia de conflicto significa que yo acepto alguna forma de dominación. Mi primera actitud frente al otro o a la otra, es decir, tú eres tú, estás muy bien y yo soy yo, y ahí ya tenemos plantado el conflicto. Y el conflicto entre padre e hijo, el conflicto entre generaciones, el conflicto entre jefe y subordinado, el conflicto entre maestra o maestro y alumno es inevitable. Entonces el punto no es sólo, como muy bien decía el presidente hoy día en la mañana, manejar el conflicto; el problema es entender que hay muchos conflictos que no provienen de la natural y legítima discrepancia al punto de vista, posiciones en la sociedad, sino que provienen de la violencia, de la desigualdad y del abuso.

De modo que el problema no es sólo manejar eso, el problema es tratar para el niño al cual se le dice que tenemos que vivir en una sociedad pacífica y que está viendo la violencia doméstica en su casa y tratar de entenderla.

Es decir, la primera cuestión para una sociedad pacífica, de convivencia pacífica diría yo, es el primer valor, el valor de la criticidad, de la capacidad de conocer y de entender por qué se producen las cosas.

En ese sentido, hay un cambio, yo creo, muy importante en las sociedades hoy día, más allá de los conflictos de intereses particulares a los cuales se refirió muchas veces el presidente Uribe, en el sentido que hay conflictos, por supuesto, entre el taxista, el conductor y el otro conductor, entre maestro y alumno y una cantidad de conflictos particulares, más ya de eso.

La sociedades hoy en día han cambiado sus ejes de conflictividad, y por lo tanto en las formas de violencia, las formas de dominación son distintas a las que en las cuales nos formamos hace algunos años.

Uno podría decir que los ejes principales de conflicto que dieron origen a formas de violencia estuvieron alojados en dos campos, estuvieron alojados en el campo de la economía o del trabajo, y por lo tanto en el campo de la explotación con todo lo que eso significa y estuvieron ubicados en el campo de la política o del poder y dieron origen a los temas de guerra, de subversión, de todo lo que ustedes quisieran.

En torno a la organización de la polis y en torno a la organización del trabajo se desarrollaron los principales conflictos, y la paz consistía precisamente en resolver los conflictos en esos dos ejes.

No ha desaparecido eso, pero hoy día tenemos una sociedad que tiene ejes de conflicto mucho más complejos, porque estos dos ya no son los mismos, y uno podría decir, por ejemplo, la mediatización de la sociedad, la imposición de la lógica mediática en la sociedad genera nuevos tipos de conflicto, nuevos tipos de violencia.

La exacerbación, la descomposición en cierto modo de las sociedades políticas y la exacerbación del individualismo genera otro tipo de conflicto, y aquí quiero poner un ejemplo para complicar las cosas.

Tomen ustedes un valor fundamental, que es el valor de la felicidad. El valor de la felicidad es el valor con el cual los niños y niñas entran, por ejemplo, a la droga. No entran para hacer el mal, entran para estar bien.

Otra cosa es los narcotraficantes, eso es otra cosa.

Pero, digo, la entrada esa la idea de la felicidad. Y la felicidad cómo es hoy día impartida a través de esta sociedad mediática y virtual. Es que además existen los viejos conflictos políticos y de otro tipo. Está impartida fundamentalmente a la idea que yo tengo que ganar. La idea de competencia, la idea que no formo parte, salvo mi núcleo muy cercano, que es la familia; no formo parte de ningún otro conglomerado.

Si formo parte de otro conglomerado será de mi tribu, y por lo tanto en cuanto afirmo la identidad de mi tribu contra la otra estoy precisamente impidiendo la convivencia pacífica.

¿Qué es lo que ha desaparecido a mi juicio? Es el lazo societal que tiene que ver fundamentalmente con la pertenencia a una polis o para decirlo en términos más simples, la pertenencia a un país. Eso es lo que se ha debilitado por procesos que en sí mismos no son ni buenos ni malos como la globalización, como la virtualización, como la mediatización, como la individualización, como la explosión de identidades.

Tenemos entonces sociedades que quedan sometidas e individuos y personas que quedan sometidos fundamentalmente a los poderes fácticos. Los que mandan son los poderes fácticos. Puede ser en algunas sociedades el narcotráfico. Pero yo diría que muchas de las sociedades que gozan de libertad de prensa, los medios de comunicación son un poder fáctico, y la lógica mediática lo que hace es destruir las solidaridades, impedir pensar en el futuro, por ejemplo, pensar sólo en el presente y delegarse del pasado.

Tenemos entonces una sociedad que genera hoy en día ejes distintos de violencia, de dominación que los clásicos, y por lo tanto la primera tarea, diría yo, era el sistema educacional y no lo puede hacer solo el sistema educativo, porque el sistema educativo en sí mismo, la estructura como fue pensada en el Siglo XIX comporta estructuras que se oponen a valores o por lo menos entran en tensión con valores.

De modo entonces que el problema complejo, y con esto termino, es fundamentalmente enseñarle o intentar que los niños y niñas vayan entendiendo o comprendiendo cuáles son, en esta sociedad en concreta, lo que impide la violencia pacífica, el valor de la paz en sí mismo.

Si no se habla en relación a una estructura de la sociedad, a aquellas cosas que hacen que los conflictos naturales y buenos se transformen en dominación, en violencia, en abuso, en la medida en que no damos los instrumentos para eso, los instrumentos emocionales, los instrumentos cognitivos, no podemos decir que queremos una sociedad de convivencia pacífica, pero no estamos ayudando, y entendamos bien, la educación es sólo una de las instituciones que pueden ayudar en esto.

Yo insisto que si en la educación no tenemos, desde el primer minuto hasta el final, ciclos completos de formación en torno a la crítica de los medios de comunicación, por ejemplo, o a la crítica de la virtualización, y cuando digo crítica no es el rechazo, digo el análisis crítico, mi impresión es que vamos a seguir reproduciendo las formas nuevas de violencia y conflicto que esta sociedad tiene.

Héctor Aguilar Camín: Muchas gracias a Manuel Antonio Garretón.

No hay ninguna emergencia, fue por una pluma Margarita.

Ahora el turno de Rigoberta Menchú, por favor.

Rigoberta Menchú: Gracias a cada uno de ustedes, gracias al licenciado Lujambio por invitarme, el señor Secretario de Educación Pública de México.

Gracias a esta oportunidad de estar en una mesa tan ilustre, en una conferencia tan importante y en primer lugar quisiera saludar con mucho cariño todo el trabajo que aquí la Secretaría de Educación Pública está haciendo en cuanto a la reforma educativa y creo que es una reforma que merece un proceso, merece la identificación de todos los valores y toda la construcción de la perspectiva de los mexicanos a lo largo de los últimos 90 años.

Y entonces venimos con mucha humildad frente a la experiencia de cada uno de ustedes y frente al trabajo que cada uno de los entes educativos están haciendo.

Yo empiezo precisamente con algunos conocimientos de nuestros ancestros mayas. Según nuestros abuelos y abuelas nos encontramos en una época de la humanidad donde hay una crisis global que significa una decadencia global, decadencia espiritual, decadencia material y decadencia social.

Y si no aceptamos que la decadencia es global, podemos terminar remendando, digamos, los problemas que tenemos, pero no vamos a fondo a encontrar los caminos del futuro.

Si partimos del hecho que hay una decadencia global, entonces con más razón debemos de plantearnos a las reformas, tanto las reformas institucionales como las reformas metodológicas y la reforma de cómo podemos volver a volcar nuestra mirada al saber de nuestra población y dentro de la población hay expertos en la resolución de conflictos, la resolución de problemas y gracias a eso que nuestras sociedades hoy existen.

En tanto la decadencia, uno de los principales problemas es que tenemos un énfasis a la formación de personas, pero no en una visión social, espiritual y material, pero material para el bien común.

Y es aquí donde creo yo que tenemos una enorme cantidad de avances de la tecnología y la ciencia, pero no necesariamente corresponde a resolver los problemas humanos, digamos, los problemas humanos, sociales, cotidianas, que no sólo es un problema de la juventud, sino es un problema que afecta directamente el ser humano que cada uno de nosotros tenemos.

Veamos la dispersión que ha vivido las familias en los últimos tiempos. Si dentro de la familia está el régimen más antiguo de la asociación social y del núcleo más importante de la sociedad, pues a medida en que las familias están desintegradas, en la medida que las familias ya no tienen esa relación intergeneracional, porque durante las civilizaciones milenarias había una relación entre siete generaciones consecutivas: la primera generación, la siguiente y la siguiente, hasta la séptima generación; esto implicaba la transmisión de métodos tanto para la vida, ¿verdad?, como para la colectividad; la vida personal y la vida colectiva. Estas relaciones se han roto.

Entonces, también encontramos con una sociedad que ha roto sus propios vínculos, primero la vinculación organizacional. Yo soy una mujer que vengo, precisamente. De la experiencia organizativa, y me impresiona la cantidad de desorganización que tenemos desde la comunidad, en la academia, en los distintos campos.

¿Por qué? Porque los individuos cada vez funcionan como individuos y no funcionan como sociedad, y sólo nos aglutinamos cuando hay una desgracia que afecta la sociedad en general, pero en lo cotidiano estamos actuando en lo individual.

Entonces, el tema de organización es algo que se aprende desde la casa, desde la familia, desde el entorno, y esto lo hemos abandonado en el sistema educativo.

Otro de los temas importantes es que se han perdido valores de formación de pensadores. Muchos de nosotros aprendemos la metodología a través de un texto, entonces memorizamos textos, y yo soy muy observadora cada vez que aparezco en un aula, tanto en un aula de Educación Primaria, como en el aula de Educación Básica o Media Superior, donde me impresiona enormemente la cantidad de ciudadanos aprendiendo a memorizar un texto.

¿Para qué le sirve un texto memorizado? Eso tiene su lógica, es muy importante, pero no la base fundamental para crear el saber ciudadano o el saber de la gente para poder reconstruir el pensamiento humano.

Entonces, nos volvemos una cantidad de copiones; yo quiero copiar cómo lo hace el otro, ¿verdad? Pero no estoy haciendo innovación, ¿para qué? Para una calidad de vida, para una calidad de paz como nosotros quisiéramos vivir una vida tranquila, feliz, pero en armonía.

Finalmente, yo creo que hemos dejado a la escuela o la educación pública la tarea fundamental de formación, pero esa sólo es una parte de la formación que debe garantizar la escuela, no debe ser todo. Por lo tanto, si debe ser todo hay que acudir entonces a una profunda reforma que incorpore valores, que permita entonces ser la principal fuente de conocimientos y de saberes.

Por eso yo aplaudo las reformas. Es muy importante hacer una reforma. ¿Pero estamos de verdad en la capacidad de hacer reformas fundamentales para que la educación se vuelva una documentación integral?

Esa es la pregunta que deberíamos de dejar en esta mesa. ¿Hay condiciones de verdad para hacer reformas integrales?

Eso significa entonces retomar el liderazgo de la política pública en educación global.

Tal vez muchos de los ejemplos que me inspiran en este día son experiencias diversas, pero a mi punto de vista en muchos momentos la educación pública perdió el liderazgo de una educación global para los ciudadanos. Por lo tanto, ya no controlamos la metodología privada. Mucha de la educación privada, ustedes saben que también tiene un enfoque mercantilista.

Si nosotros hacemos una educación con un enfoque mercantilista, estamos convirtiendo a los ciudadanos en un instrumento de producir riqueza y no debe ser un instrumento.

Cuando hablamos entonces de valores es importante de qué valores estamos hablando.

Es importante ver que los seres humanos podemos utilizar la ciencia y la tecnología como herramienta de progreso, pero no como nosotros, instrumento de la tecnología.

Hay una serie entonces de reflexiones, pero lo más importante es ir a la práctica.

¿Dónde están los liderazgos producto de la educación que hoy por hoy puede resolver un problema?

Si como se dice en mi casa, si yo puedo resolver los problemas de mi familia, seguro que puedo resolver algo de los problemas de mi comunidad; y si resuelvo la comunidad, quiere decir, resuelvo los problemas del país; y si resuelvo los problemas de mi país, entonces p puedo resolver algo de los problemas mundiales, es volver a partir de una condición realista.

Termino diciendo que la población en general vive una desolación completa. Hay un divorcio entre lo que está sistematizada el conocimiento y lo que necesita la población todos los días.

Por eso sentimos que no somos nada. Una enorme cantidad de juventud cree que no sabe, que no puede, que no puede contra todo y es ignorado completamente por los mayores que supone que saben resolver los problemas.

Entonces aquí es donde con más razón debemos de crear una línea de autoestima, autoestima para los jóvenes, cómo yo puedo permitir que los jóvenes se sientan algo y que puedan hacer cosas extraordinarias y que reconozcamos sus grandes capacidades y sus grandes cualidades para construir formas y sistemas de vida integral.

Cómo hacemos para que el profesor no se vea agredido frente a una situación sin salida, porque todos los problemas de la casa, la violencia de la calle, etcétera, termina al lado del profesor.

Y en este tiempo hay profesores que tienen una autoestima muy baja. Por lo tanto, ya presupone que el estudiante no va hacer su tarea. Pues va a llegar a la escuela con ese ánimo, con ese ánimo de decir: mi alumno no va a hacer su tarea porque nadie lo va ayudar en la casa, porque nadie lo va ayudar en la sociedad y porque entonces este alumno no tiene perspectiva, y entonces genera también una situación muy dolorosa que vive la sociedad.

Y luego la institucionalidad tampoco hace, autoriza métodos innovadores si no se ajusta en el texto, entonces no es educación.

Entonces aquí como que tenemos que llevar la educación autodidacta a jugar un papel en la educación formal, y la educación formal debe jugar un papel en la educación autodidacta.

Pues son algunas reflexiones que quería darles, hermanos y hermanas, no olviden que lo primero que tenemos es el ser humano.

Detrás de una mujer hay un profundo ser humano, como detrás de un joven, como detrás de un profesor.

Entonces cultivemos esa autoestima y saquemos adelante la noción global de nuestro planeta.

Hay que yo podría decir, pero queda en la tarea de ustedes transformar.

¿Yo para qué vivo? Para transformar las condiciones que tengo alrededor. ¿Para qué me educo? Para que yo sea alguien que pueda ser una luz para otros, para que yo sea feliz, porque sé que la felicidad de otros depende de alguna manera de lo que yo hago y de lo que el otro hace depende de mi felicidad. Cómo esas interactuaciones se han perdido en la educación.

Muchas gracias.

Héctor Aguilar Camín: Muchas gracias Rigoberta Menchú.

Ahora le damos la palabra a Philippe Perrenoud.

Philippe Perrenoud: Muchas gracias por invitarme a un segundo foro, y entonces darme un segundo motivo de frustración, porque tratamos de temas extremadamente complejos en un tiempo extremadamente corto.

Entonces antes de empezar mi propósito voy a hacer tres notas iniciales y desarrollaré también tres estrategias para la escuela, y lo haré de forma segmentada para que el traductor pueda hacer su trabajo.

Las tres cosas que quisiera recalcar de antemano es que si supiéramos cómo controlar la violencia, ya lo habríamos hecho. Es un hecho que somos impotentes a menudo frente a la violencia y que requerimos de cierta humildad frente a este fenómeno.

El segundo punto es que, tal como se dijo anteriormente, abundo en este sentido el conflicto no se opone a la paz, no hay oposición. El conflicto es consustancial de la existencia humana y hasta cierto punto de la existencia animal también.


La diferencia radica en el tipo de arreglo de los conflictos, los hay de forma pacífica, los arreglos, y los hay de forma violenta, pero el conflicto es vital a la existencia humana y hasta cierto punto constructivo, es su exceso el que hay que combatir.

En tercer lugar, creo que hay que hacer una distinción entre el conflicto que degenera en violencia y la delincuencia. No son dos temas que se puedan abordar de la misma forma.

Hasta cierto punto una persona que se vuelve delincuente no está en conflicto, toma ciertas libertades, muchas libertades con respeto a la sociedad, pero es sólo en este proceso.

¿Qué puede hacer la escuela en un contexto semejante?

La escuela se ubica antes de la violencia, se ubica en un papel de prevención que no impide que pueda haber cierta represión por parte de policía o autoridades.


La primara cosa que puede hacer y debe hacer la escuela es luchar contra nuestras pulsiones agresivas, ya que todos tenemos pulsiones agresivas.

Cuando estemos en algún momento humillados, frustrados, todos en un momento dado hemos deseado pasar al acto. La educación consiste de cierta forma a reprimir esta pulsión, es una meta importante pero no puede hacer gran cosa la educación en esto, es sobre todo la familia la que tiene que intervenir en este papel.

El trabajo psicoanalítico es casi imposible realizarlo en la escuela, porque la escuela no tiene un poder de acción desmedido sobre la personalidad humana.

La segunda estrategia que puede utilizar la escuela es una educación a los valores.

Los valores como el pacifismo, el respeto de la integridad física y sicológica de los demás y se pide de cierta forma en este plan a los alumnos adherir a valores que sirven, entonces, de contrapeso a las pulsiones.

Ya no nos encontramos ahí en un registro de tipo sicoanalítico, sino de tipo catecismo. Es decir, se pide que el valor haga contrapeso a la pulsión, es el hecho de la educación moral, ética, educación global, educación a la ciudadanía, ya que vivir en conjunto, vivir juntos significa arreglar los problemas en forma no violenta, es el hecho de la educación a la paz, por ejemplo.

Y soy bastante yo perplejo frente a esta perspectiva, a esta estrategia.

De hecho, el eje que quería dar a mi reflexión y que había dado el título inicial a mi intervención es que esto es una cuestión no tanto de valores, sino de competencia, y eso sería mi tercera estrategia.

La tercera estrategia es basada a la diferencia del valor; no basada en el valor, sino en el conocimiento. Es decir, que podemos luchar para una convivencia pacífica recurriendo al conocimiento. No es ideal, no es eficiente ni eficaz para todos, pero se basa, está en relación con un contrato social.

Ahora, sería muy cándido pretender que la sociedad se creó o las sociedades se crearon alrededor de una mesa de negociaciones. Sin embargo, han podido perdurar por elecciones racionales que se hacen para que puedan perdurar y, simplemente, se basa en la idea que es mejor vivir de forma pacífica que vivir en un mundo tipo "Mad Max", que no podemos salir a la calle temiendo, sin cesar, de ser agredido, que si vivimos en un mundo violento no podremos sobrevivir mucho tiempo.

Entonces, abogaría para un motor basado en el interés no tanto en el altruismo, sino que podemos actuar correctamente por interés propio.

Muchos delincuentes jóvenes se adentran en el camino de la delincuencia, ignorando estos mecanismos, ignorando que tarde o temprano, y más bien temprano, acabarán muertos o acabarán encarcelados.

Lo mismo puede suceder con algunos dictadores que tienen el mismo tipio de ceguera, aunque a veces su impunidad es tal que pueden seguir 40 años en ese puesto.

Entonces el uso, el recurso de la razón no constituye una defensa absoluta, pero tiene esta ventaja que está en el corazón del papel de la escuela.

La escuela no es un catecismo, la escuela trabaja con la razón.

Héctor Aguilar Camín: Gracias, Philippe.

Vemos que este tema de la educación puede empezar y concentrarse en la escuela, pero está lejos de agotarse o de cumplirse cabalmente dentro de la escuela, hace falta más, mucho falta más que una escuela eficaz para poder realmente transmitir y construir en la sociedad unos valores adecuados para convivencia pacífica.

Se ha hablado aquí de los medios, cuestión fundamental, se ha hablado aquí de la familia, de la comunidad, del conocimiento heredado y a menudo olvidado en nuestra actividad individual o individualista.

Y me gusta que pongamos estos temas que van más allá de la escuela, con todo realismo en el tema de cómo construir finalmente este contrato social que es mucho más amplio que la escuela, de que la convivencia pacífica es mejor para los individuos y para las comunidades y que el interés propio, por propia conveniencia vale más que por altruismo establecer, centrar, construir sólidos valores de convivencia pacífica.

Yo quisiera preguntarle ahora al presidente Uribe, ¿qué tendría él que decirnos a propósito de estos otros agentes públicos fundamentales para la constitución de una ciudadanía realmente comprometida con la convivencia pacífica? ¿Qué tienen que hacer en ese orden los medios, qué comunidades, qué el gobierno? Aunque entiendo que esta mañana habló usted mucho del gobierno, y yo añadiría ¿qué tiene que hacer ese otro gran agente educativo a creer o no que son las iglesias y en particular en nuestro continente la iglesia católica?

Álvaro Uribe: Muchas gracias,

Un inmenso honor estar con este distinguido grupo de panelistas; muchas gracias señora Primera Dama y señor Secretario de Educación.

El tema de la iglesia, como uno de los agentes sociales más importantes de las iglesias.

Déjenme referir un poco a la historia de mi país.

Mi país estuvo durante más de un siglo, un concordato entre el gobierno y la Santa Sede, que depositó en la iglesia la responsabilidad mayor de educar y los efectos de las decisiones eclesiásticas tenían pleno impacto, pleno impacto en la vida civil.

Eso se desmonta en el año 1991 con la nueva Constitución. La nueva Constitución pasa de un estado que estaba atado a la iglesia católica a un estado de libertad de culto; reconoce una realidad.

Entones me pregunto, ¿cambia eso, el deber de todos frente a la sociedad? De ninguna manera.

Yo creo que no hay que pensar necesariamente en cuál es la credencial religioso o el valor moral, hay que pensar en el deber ético.

Y al reducir el deber ético a sus más elementales, pero básicas y profundas expresiones, esto es, ¿cómo hacer bien al prójimo? ¿Cómo no hacer mal a la comunidad que es de donde parte Savater en sus estudios sobre la ética?

Yo creo que allí tiene que jugar un gran papel todos estos agentes sociales, todas las iglesias.

Por ejemplo, lo hablábamos antes del panel, en el rechazo a lo que hace daño a la sociedad, como la corrupción, el narcotráfico, etcétera, con toda la vehemencia.

Yo creo que tienen que cumplir un deber ético que va por encima de las creencias religiosas y por encima de los valores morales, porque algunos dice mi valor moral es éste, otros dicen: mi valor moral es diferente. Pero el deber ético de prevenir para que no haya daño a la sociedad es común.

Permítanme, para la otra parte de su pregunta, maestro Héctor, referirme a algo que han dicho los ilustres panelistas. Es diferente el conflicto que es de la esencia a la sociedad y que es deseable, porque el conflicto bien manejado es fuente de creatividad. A la violencia que destruye la creatividad.

Entonces si me preguntaran la regla elemental para el manejo del conflicto, diría yo: el diálogo. Pero hasta ahí ese es un lugar común. Hay que hacerse otra pregunta: ¿el diálogo para qué? ¿Para crear consenso? No, no necesariamente. El diálogo para crear confianza.

Y creo que es muy importante infundir este valor. Necesitamos es confianza, no consenso. Si procedemos con toda sinceridad en el diálogo podemos construir esa confianza a pesar de las diferencias.

Es mucho más importante tener credibilidad que tener apoyo. A mí como político me interesa más que mis adversarios puedan creer en mí a que mis adversarios puedan estar de acuerdo conmigo. Y yo creo que eso es válido en todos los niveles para evitar la violencia.

Decía el profesor Manuel del tema de los medios de comunicación, qué difícil este tema. Yo cuando lo escuchaba me planteaba la hipótesis de los medios de comunicación frente al narcoterrorismo. La hipótesis de los medios de comunicación frente a la pornografía, al daño a los niños y esa tremenda discusión.

Entonces cualquier decisión, por ejemplo, que se tome desde lo político para restringir se interpreta como censura, y muchas veces ellos no se auto limitan. Por eso yo valoro lo que ha dicho Manuel hoy. Hay que infundir un valor, que es el análisis crítico.

Esto es, si el gobierno tiene medios para decirle a los medios de comunicación: respeten las franjas de familia, respeten los horarios de los niños está bien. Pero lo más importante es desde la primera edad despertarles a esos niños el análisis crítico, para que cuando vean una película pornográfica tengan unos elementos de análisis para criticar. Me parece fundamental eso.

Y en este tema del diálogo es muy importante un valor. Es el valor de escuchar. El valor de no tener predisposiciones para el rechazo automático de las ideas contrarias. He hecho una analogía entre lo que es la conducción en una gerencia de una tormenta de ideas, y de lo que es el diálogo para manejar el conflicto.

En la tormenta de ideas, no se puede matar la idea que presente alguien de los que participa en la tormenta, hay que darle tiempo, que se decante.

En el diálogo yo no puedo matar de entrada, con una actitud agresiva la idea de mi contraparte. Tengo que asimilarla, pensarla, dejarla decantar y después podemos llegar después de un largo diálogo a decir: estamos de acuerdo o en desacuerdo o buscamos una tercera opción.

Me parece bien importante la formación en valores democráticos. Uno de los errores que yo he visto en América Latina y los vimos después de que se acabó la Segunda Guerra Mundial en Europa, es que los valores democráticos se tomaron como valores inmutables, están a riesgo todos los días.

Yo he insistido en la necesidad de formar cinco valores democráticos. Los enuncio, pero no le entro a explicarlos:

La seguridad como valor democrático.

El respeto a las libertades,

El avance hacia la cohesión social.

El estado de instituciones independientes como garantía al ciudadano.

Y lo que finalmente le da garantía y confianza al ciudadano, a pesar de que tenga desacuerdos es la participación ciudadana.

Sí hay libertad de participación, os ciudadanos pueden decir: estoy en desacuerdo con este gobierno, pero tengo confianza en nuestras instituciones, porque puedo participar.

Me llamó muchísimo la atención lo que dicen los panelistas sobre la familia. Miren, es muy importante en esta época de los divorcios y de tantos matrimonios pensar ese tema y yo sugeriría pensarlo en esta dirección:

Independientemente que el amor de la pareja dure mucho o dure poquito, su compromiso para infundir valores en la familia es permanente, estén unidos como pareja o estén divorciados. El compromiso frente a los hijos tiene que ser permanente.

Y cuando escuchaba esa tan bella exposición de nuestra Premio Nobel sobre el maestro y el niño, venía a mi memoria algo muy bello de Tony Blair: en su primara campaña creó un slogan que llegó muy hondo en Inglaterra y que yo creo que vale para toda las comunidades latinoamericanas: Para querer a los profesores, dijo, nadie olvida un buen profesor.

Si algo necesitamos en las universidades latinoamericanas es exaltar la actividad del profesor, entenderlo como el maestro de la comunidad, como nuestro líder, más allá de las aulas de clase.

Claro que muchas veces en Colombia hay mil discusiones, yo discutí mucho con el Sindicato de Maestros, no se los puedo negar, pero nunca rompimos el diálogo.


Pasé ocho años en la presidencia y me reuní cada mes con ellos y yo creo que hoy si les preguntan a los más radicales contra mí, de pronto de entrada ellos dicen estoy en desacuerdo con Uribe por esto y esto, es verdad que dialogaron con él y ya cuando estén reposados, tienen que decir sí, y ocho años y cada mes llegamos a muchos acuerdos.

Yo les dije: los ciudadanos tenemos que quererlos a ustedes, valorarlos a ustedes, pero ustedes también tienen que hacer para merecerlo. O sea, que suelte parte y parte.

Leonardo Curzio: Me voy a ver en la posibilidad ahora de darle una pequeña instrucción a la Primera Dama de México, porque el tiempo se nos ha ido agotando y estamos muy cerquita del final, pero no quisiera que termináramos este panel sin oírla hablar a ella sobre el tema de la familia, que ha sido mencionado aquí una y otra vez y si alguien tiene una visión amplia de lo que sucede con la familia en México y una responsabilidad específica en relación con eso, es Margarita Zavala.

Margarita Zavala: Muchísimas gracias, para mí es un honor estar aquí, de hecho es la preocupación que tenemos por el país.

Voy a contar, el día de ayer que las mesas de trabajo que se hacen en las tardes no sé si han ido, pero son buenísimas, y recordaba ayer dos mamás que me hablaban que sus hijos fueron víctimas también por lo mismo, de una violencia de la delincuencia organizada, niños inocentes que son muchísimos.

Las dos, cuando tuvimos oportunidad de hablar, en principio lo primero que me hablaron las dos fue de educación en valores y eso es lo que pedimos las familias, pedimos una educación en valores y aquí entramos en conflicto con la escuela, un relativo conflicto.

De pronto creemos las mamás que queremos que nos hagan milagros con nuestros hijos, es decir, los llevamos seis horas y al mismo tiempo la escuela dice, pues si me lo mandas así, yo no tengo nada que hacer, más que transmitir los conocimientos.

Y yo creo que ahí nos hemos perdido las dos, la familia, la mamá o el papá que lleva a su hija, a su hijo a la escuela, y la propia escuela y tenemos que estar mucho más en contacto, por eso le tenemos mucha fe a los consejos escolares de participación.

Y yo creo que ahí tenemos que educar mucho en la paz, desde la familia y entonces hablamos del diálogo, de la tolerancia, ese tema de la confianza que yo creo que es uno de los problemas más serios en nuestro país.

Basados en la desconfianza no podemos construir la paz ni en la familia, ni en la escuela ni en el país.

Ahorita que Rigoberta aclaró, entre otras cosas, el tema de la importancia de la importancia de la autoestima, de la autoestima al hijo, a la hija, que está muy relacionado con violencia intrafamiliar, igual en la escuela la autoestima al alumno, a la alumna, a los maestros.

¿Cuáles son las habilidades que tenemos que hacer? Yo creo que tenemos que desarrollar en nuestra familia y también como maestros, me parece que son le las cosas que tenemos que ir platicando a través de varios instrumentos, que es, desde luego, el diálogo, el respeto, el no tenerle miedo al conflicto, sino saber cómo manejarlo y cómo resolverlo. Me parece que hay muchas cosas que tenemos que cambiar en la familia, que tenemos los mexicanos la mayor confianza; el mexicano tiene mucha confianza en su familia, pero al final se siente solo, es decir, siente que su familia no lo acompaña.

Y yo creo que ahí tenemos que trabajar en la generación de valores en nuestra familia y trabajar con la escuela, en estas habilidades en los cambios del lenguaje en cómo dialogar, cómo respetarnos, en las libertades, en las decisiones, para llegar a estos principios de haz el bien y evita el mal, que son principios más allá de cualquier religión, y con ello tener, considerar y hacer, asumir todos la tarea que todos tenemos en la transformación de nuestra sociedad basada, justamente, en lo que nos tiene aquí, en la convivencia pacífica, que no significa ausencia de conflictos, pero sí que significa amor, respeto, libertades.

Pero, bueno, uno de los valores que tocó aquí el Presidente Uribe fue, precisamente, el valor de escuchar. Digo, aquí hay extraordinarios ponentes de otros países, pues más bien yo pediría que les diéramos más la palabra a ellos.

Muchísimas gracias.

Héctor Aguilar Camín: Muchas gracias, Margarita. Bueno, si queremos mantener una situación de convivencia pacífica con los siguientes panelistas, tenemos que no pasarnos de unos diez minutos en la última ronda de intervenciones que vamos a hacer.

Entonces, en el mismo orden en que hablamos, pero les pido, por favor, una intervención breve, casi realmente una despedida.

Manuel Antonio Garretón: Indícame tú cuando ya no sea breve. Yo creo que la educación y el sistema educacional, tal como lo conocemos, no la educación en general, sino el tema educacional, es sólo una parte en la transmisión de las posiciones frente a la vida, para no hablar de valores, que me parece una cosa demasiado abstracta.

Las posiciones frente a la vida se van construyendo no sólo en términos de lo que la escuela hace. A esto hay que agregarle algo que se ha hecho referencia acá y que es importante tener en cuenta, que es la desintegración de las instituciones en que también transmitieron estas maneras de pararse frente a la vida.

O sea, entendamos que la mayor parte de los hijos, por lo menos en el caso chileno, nacen hoy día fuera del matrimonio.

Segundo, entendamos que en el caso, hablo de mi país, la mayor parte de los niños se educan en educación privada y que la principal institución de la educación privada, hay unas dedicadas a los negocios, luego no podemos pedirle que trasmiten demasiados valores; la otra, la iglesia católica está en una profunda crisis de valores, precisamente porque tiene una estructura que entra en contradicción fundamental con aquellos valores que ella misma quiere vehiculizar.

Entonces, estamos en una situación en que los muchachos y muchachas, tienen que ir construyendo casi ellos mismos su manera de pararse frente a la vida.

Y por lo tanto, transmitirles un determinado valor, cuando ellos ven otra realidad, que contradice. Hay un determinado problema, que a mi juicio es un problema muy complicado, muy complejo para lo que es el sistema educacional, como lo hemos pensado estos últimos 200 años.

Entonces, el tema que yo quiero insistir, que me plantea fundamental, es: aquí no es sólo formar para el diálogo, porque el diálogo de alguna manera fundamental, indispensable, es para resolver un problema.

La gran cuestión es que el problema ya está creado antes, ¿entonces cómo avanzamos en una sociedad que evite las actuales formas de violencia, de desigualdades, de exclusión, de discriminación?

O sea, si no hay paralelamente el trabajo de transformación de las estructuras de la sociedad, y aquí vuelvo al ejemplo de la iglesia católica. Si la iglesia católica no reforma su estructura, por ejemplo, me meto en un tema complicado, en una organización en que el celibato es la regla que los que mandan, jamás van a poder enseñar lo que es el sexo o hecho por hombres, jamás van a poder saber lo que es el sexo. Y de ahí van a venir más máximas desviaciones,

Ahora, apliquemos esto, a mi juicio, a la sociedad en general. Si no lo básico que va a poder hacer la escuela, a mi juicio, no es tanto ayudar a formar ciudadanos para que puedan resolver conflictos fuera del diálogo, cuestión que me parece central y que ha sido enfatizada; sino formar gente que pueda entender por qué diablos la vida se hace tan difícil que hace que uno tenga que contestar ya sea con violencia a veces, ya sea preocupado estricta y exclusivamente de mi desarrollo individual.

La reconstrucción de la polis, del lugar donde la ente analiza, ve, piensa lo que es la sociedad, piensa en conjunto, eso es lo que la educación o lo que puede hacer la educación tiene que transmitir, esto es lo que tiene que mostrar y eso implica una revisión y transformación muy profunda del sistema, de los currículos y de todo eso.

Yo no estoy muy convencido que la estructura actual del sistema educacional, básica, media superior, con esas determinadas características sea que el sistema escolar como tal puede enfrentar los temas de esta sociedad.

Gracias.

Héctor Aguilar Camín: Rigoberta.

Rigoberta Menchú: Yo creo que es muy importante separar como dos cosas, cómo evaluar la educación desde el punto de vista institucional y yo creo que ahí se puede hacer muchos cambios, desde el contexto multicultural que hoy tenemos enfrente para el siglo XXI, hasta la diversidad de problemas, incluso en el campo científico una enfermedad que parecía ya ser obsoleta, hoy tenemos cinco de los mismos y entonces tenemos que empezar hacer vacunas individuales, digamos.

Entonces vivimos un mundo desafiante, donde se ha vulnerado muchos sistemas.

Veamos la educación en el sistema, digamos, y creemos un mejor sistema. Hagamos un sistema pertinente al tiempo que vivimos.

Pero hay otro ángulo de la educación que es la educación del conocimiento permanente de la humanidad.

Y en ese sentido, yo creo que hoy por hoy el sentido común es lo que le da al liderazgo a la gente donde quiera que esté, y es realmente donde yo decía autoestima, descubramos cuáles son las potencialidades que tenemos cada quien de nosotros, independientemente del título que tengamos.

Yo tengo 23 Doctorados Honoris Causa, pero no me hace curar una persona, jamás.

Me hace curar una persona los conocimientos que traía de mis abuelos, porque sé que unas flores pueden curar unas personas, sobre todo en este tiempo que hay mucho abandono en general a la misma persona. Yo atiendo una enorme cantidad de jóvenes que quieren suicidarse.

¿Y qué hago yo? A lo mejor con un baño de flores, con una terapia intensiva puedo volver a crear en esa persona la ilusión y el entusiasmo de continuar la vida, igual que las mujeres.

Si yo encuentro una enorme cantidad de mujeres en la calle, en la comunidad, en los pueblos que lloran, y entonces yo me pongo a pensar que todos los niños que están alrededor de ellos, que son sus hijos ven a su mamá llorando todo el tiempo qué autoestima yo puedo exigir a ese niño, o los hijos de la violencia.

Hoy por hoy encontramos una enorme cantidad de niños que han crecido en la calle, que son hijos de la violencia, que vieron algo que nunca pudieron explicar.

Entonces quien va a resolver esto es el sentido común. Casi que el líder de la comunidad tiene que saber un poco de todo, y aunque tuviera títulos no le va a resolver los problemas humanos que tenemos.

Entonces hay un gran campo de educación que podemos resolver, y es ahí donde yo defiendo mucho el conocimiento autodidacta de las personas, porque muchas personas son nuestra solución, pero que no las reconocemos porque no hemos aprendido el respeto. Y yo creo que aquí el código de respeto mutuo es algo que tenemos que cultivar mucho.

Las causas de los problemas es lo más importante a entender, no la solución que se está dando porque la mayor cantidad de solución que hoy por hoy se está dando es represivo. O sea, es tratar de reprimir. Desde el cáncer hay que reprimirlo con quimioterapia, hasta todo tipo de problemas que hay. Entonces el problema nuestro es que resolvemos, damos solución a un problema que ya está, no la causa que lo está provocando.

Yo creo que en definitivo este tiempo nos invita a una mayor conciencia individual, a mayor conciencia de lo que podemos hacer y pongámosla en práctica lo que podemos hacer.

Muchos cambios se hacen con cosas muy pequeñas, pero si sabemos que esto es un hecho paradigmático, entonces sabemos que esto se puede expandir, es decir, encontremos nuevas metodologías que se pueda constituir en un modelo, necesitamos modelos. Cuando hablamos de la participación de las mujeres necesitamos un modelo. Cuando hablamos de los jóvenes necesitamos algo que funciona para que los demás lo puedan copiar, pero en una participación mucho más creativa.

Finalmente el sentido común sólo puede ocurrir si uno está bien. Mis abuelos decía: si tú estás bien puedes ayudar a los demás; si no estás bien busca a alguien que está bien para que te ayude. Porque si no busca al otro que me ayude contagio a los demás.

Entonces ser positivo creo que es algo que podemos practicar todos los que estamos en esta sala, todos los que nos están viendo por la tele, por el internet.

Ser positivo, tener una mente positiva. Yo digo hoy día voy a ser positiva: voy a educar un policía en el aeropuerto, voy a educar una persona un burócrata amargado en la institución pública. Es decir, positivo. O voy a trasmitir positividad a un joven que venía completamente desahuciado de energías positivas.

O sea, cómo la mente también puede cambiar muchas cosas a nuestro entorno y no esperar un adivino que venga de saber dónde y nos va a cambiar la situación.

En esa espera nos suicidamos primero.

Gracias por la oportunidad.

Héctor Aguilar Camín: Philippe.

Philippe Perrenoud: Estoy totalmente de acuerdo con estas últimas palabras que fueron pronunciadas.

A menudo tenemos esta tendencia en buscar un desuses máquina, algo que resuelva y que vega de afuera a resolver nuestros problemas.

Nos dirigimos a la escuela, a la Iglesia, a instituciones, a la ciencia, pero si vemos la historia reciente podemos ver que todas estas instituciones son atravesadas también por la violencia.

La historia de la Iglesia está plagada de violencia y no hay que ir hasta la Inquisición, podemos ver que en los integrismos, terrorismos recientes, están presentes estas vivencias.

Las instituciones se encuentran a veces de lado de la paz y a veces del lado de la violencia. La escuela misma es fuente de violencia, ejerce una violencia sobre los niños, sobre su mente, sobre su espíritu, sobre su cuerpo.

El Estado produce cierta violencia, el mundo laboral produce mucha violencia, hay que ver qué producen las localizaciones, el hecho de sacar a una persona de su trabajo, que pierda su trabajo, es una fuente de violencia enorme.

Entonces la sociedad civil tal vez sí se tenga que responsabilizar otra vez más. Hay que ponerse a trabajar, pensar que las instituciones son parte del problema. Puede ser porque provoquen el problema o puede ser porque no son capaces de resolver este problema.

Entonces, como sociedad civil tenemos que ponernos a pensar qué podemos hacer nosotros y no simplemente esperar, delegar a las instituciones y esperar la hora de comer.

Héctor Aguilar Camín: Presidente Uribe.

Álvaro Uribe: Los niños hoy, resumiendo un poco, mantienen una gran expectativa sobre cuál es el siguiente paso en las computadoras, un gran temor a la energía nuclear.


Pero detrás de eso yo creo que para las expectativas y para superar los temores, la gran escasez del mundo hoy es liderazgo. Teníamos la equivocación de que los líderes nacían, los líderes se hacen.


Infundir liderazgo en los niños para que cada uno sea líder es fundamental en cualquier campo. Quiere el niño ser biólogo, quiere l niño ser agricultor, quiere el niño intervenir en la vida política, infundir liderazgo.

Y quiero compartir con ustedes algunos principios de liderazgo. Por ejemplo, el profesor John Scott dice: los líderes necesitan tres condiciones, competencia, la capacidad de estudiar a toda hora, permanentemente, energía y honestidad.


Miren la combinación, un líder honesto con energía, le falta conocimiento, no sabe para dónde va; un líder honesto con conocimiento, sin energía, le falta motor, no tiene manera de avanzar.

El más peligroso, deshonesto, con cualquiera de las dos combinaciones. Si es deshonesto con energía, un peligro; si es deshonesto con conocimientos, un peligro; se necesita los tres, los tres elementos.

Y yo he trabajado mucho, compartiéndolo con muchos colombianos, cuatro principios de Rosabeth Mos Canter: primero, consistencia. Yo no puedo decir un discurso aquí y otro en una audiencia totalmente diferente, uno le tiene que hablar lo mismo a los empresarios que a los trabajadores, consistencia en el discurso, congruencia, competencia, relaciones humanas.


Al niño hay que infundirle el valor de las relaciones humanas genuinas, no relaciones humanas por aprovechamiento.


Las relaciones humanas auténticas son distintas a las relaciones sociales por conveniencia.

Y como he tenido una larga carrera pública, muchas veces me han hecho esta pregunta: usted habla de la congruencia, actuar como se dice, pero usted en el pasado no actúo como hoy ha dicho.


Una de las, cuando ya alguien tiene que responder por un largo pasado político, una de las maneras de ser congruente es ser capaz de reconocer errores y qué difícil.


Voz del público: (Inaudible)


Álvaro Uribe: No, no, eso sería otro tema, que con mucho gusto lo trataría con ustedes, pero es muy difícil vencer la propia manera, es muy difícil. A uno lo tienen que orientar en eso y tienen que decirle al niño: "cuando esté grande, póngase frente al espejo todos los días, a ver si es capaz de derrotar su propia vanidad".


Cuando uno es capaz de corregir o por lo menos reconocer el error, tiene autoridad moral para enseñarle a las nuevas generaciones a proceder como uno no fue capaz de proceder.


Ahora que hablábamos de escuchar y que lo recogía la primera dama, los estudiosos del liderazgo dicen que hoy hay que dedicar un 90 por ciento del tiempo a la comunicación y de eso un 80 por ciento a escuchar.


Entonces yo debería de hacerme una crítica, porque hoy yo dediqué apenas un 60 por ciento a escuchar y debí haber dedicado mucho más mejor escuchar, con oír no basta.


Muchas gracias.


Héctor Aguilar Camín: Margarita Zavala. Estamos a tres minutos.


Margarita Zavala: No, concluyan, concluyan. Bueno, nada más tenemos todos una tarea, que es trabajar precisamente en todo esto que vivimos, también hacer lo personal, lo que nos toca en la familia, en las instituciones, que también nosotros formamos parte.


Y ahora sí, concluya, por favor.


Rigoberta Menchú: Y usted mantenga esa sonrisa, nos ayuda mucho la sonrisa.


Héctor Aguilar Camín: Muy bien. Bueno, tengo la impresión de así como…

Álvaro Uribe: Héctor, aquí ha habido un valor muy importante. Al escuchar a la Primera Dama y a la maestra Rigoberta. El valor fundamental, el valor de los valores es hacer todo con amor, a partir de ahí se hace bien hecho.


Héctor Aguilar Camín: Muy bien. Bueno, unas cuantas palabras de resumen, simplemente repitiendo las que hemos escuchado aquí.


No hay que tener al conflicto, hay que reconocerlo y hay que no esconderlo, sino conducirlo.


Hay que entender los nuevos conflictos que están frente a nosotros, en sociedades que han cambiado mucho su antiguo patrón de conflictos.


Hay que tener en las escuelas un control o tratar de tenerlo, establecer un control sobre las pulsiones agresivas, pero también hay que crear una catecismo de valores que establezca una conducta, conductas que contrarresten las pulsiones agresivas y hay que crear conocimiento, crítica, capacidad de entender el mundo que se vive y capacidad de entender que un mundo pacífico es más conveniente para cada quien que un mundo no pacífico.


Hay que tener autoestima en el sentido de tener memoria, de tener tradición, de tener identidad y de tener a partir de eso reconocimiento de las propias potencialidades.


Hay que tener diálogo no para convencer, ni para ponerse necesariamente de acuerdo, sino para construir confianza; hay que inculcar valores democráticos, hay que poner la seguridad como un valor democrático, el respeto a las libertades, la gana de construcción de instituciones independientes, la libertad de participación y las libertades en general.


Hay que tener, finalmente, hay que tener sentido común, hay que entender que sólo puede ayudar a otros quien está bien y el que está mal debe buscar a quien esté bien, para que lo ayude y se puedan hacer muchas cosas con pocas.

Hay que ser positivo y hay que actuar con amor.

Puede valer para un manual de promoción de convivencia pacífica.


Gracias.


Fue un placer realmente.


Muchas gracias.

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